En nuestras dos últimas cartas planteábamos que el capitalismo y la ciencia son conductas humanas. Las conductas humanas son diferentes según sea la cultura a la que pertenecen, pues expresan distintas maneras de entender el mundo.
La cultura occidental es la que genera el capitalismo y la ciencia hegemónica. ¿Cómo es la visión del mundo de los humanos de esa cultura? ¿Cuál es su paradigma, es decir, cuáles son los valores que han sido consensuados?
Uno de sus valores es el sentido de superioridad del ser humano considerándose el centro de todo, razón por la cual el paradigma de la Cultura Occidental es llamado “Antropocéntrico”.
A nuestro entender, lo esencial de esta cultura, es que los humanos se ven por fuera de la Naturaleza, con derecho a poseer y acumular. Debemos “subyugar a la naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atarla a nuestro servicio y hacerla nuestra esclava”, decía Francis Bacon, en los albores de la Modernidad.
El antropocentrismo genera las conductas suicidas que están causando tremenda devastación al Planeta, que es nuestro hogar. El calentamiento global es una de sus manifestaciones.
El “Acuerdo de los Pueblos”, declaración final de la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático, propone un modo de convivir que “restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos”.
Para ello, añade, “planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de “Vivir Bien”, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.”
Se trata de abrazarnos a una cultura que genera conductas diferentes. ¿Cómo ve el mundo esta otra cultura?
Desde hace tres décadas, viviendo y trabajando en el norte de mi país, Argentina, me encuentro con los Pueblos Originarios Qom, Wichí, Pilagá, Mocoví, Guaraní y con comunidades de familias campesinas criollas. Todos estos grupos humanos tienen particularidades que los identifica y los hace singulares, tales como idioma, alimentos, organización social, arte y otras.
Sin embargo, en mi percepción personal, todas y todos se sienten parte de la Naturaleza, vida dentro de la Vida.
El mayor regalo que he recibido, es recuperar el sentido de pertenencia a la Naturaleza. Alguna vez fui también Pueblo Originario.
La esencia de esta cultura es el valor de la Vida, el sentido de pertenencia que nos induce a sentir naturalmente que la Vida es el centro. De allí que la llamamos Cultura Biocéntrica. También se la llama “Matrística” por sus características cooperativas, intuitivas y respetuosas de la Vida.
Este sentido de pertenencia genera otra ética, otro modo de convivir y también otra ciencia
La Vida es un entramado de relaciones y los seres humanos, en esta trama, somos una hebra más.
Hasta la Victoria de la Vida Siempre!
Julio Monsalvo
“Cartas que salen del Cuerpo” es la columna editorial del sitio